Si hay un estigma que persigue a la pediculosis es el de la falta de higiene, pero no. Los piojos no son síntoma de suciedad. Quizá te pueda sorprender, pero es la realidad. De hecho, estos pequeños parásitos se desenvuelven mejor en las cabezas totalmente limpias y que no contienen excesos de grasa.
La razón para que los piojos aparezcan tiene más que ver con su gran poder de propagación, un contagio realmente sencillo y que es un quebradero de cabeza para padres y niños.
Pero, ¿por qué los piojos prefieren cabezas limpias? Básicamente porque sin suciedad ni grasa les resulta muchísimo más sencillo moverse entre el cabello y colocar las liendres en el pelo. Así de fácil. Por lo tanto, los piojos no son síntoma de suciedad bajo ningún concepto.
De esta manera, parece importante desterrar de una vez por todas uno de los principales mitos y falsas verdades sobre los piojos. Años atrás, las personas que padecían este problema tenían que sufrir el estigma social de falta de higiene. Actualmente, ya sabemos que la pediculosis no tiene nada que ver con ella.
La prevención, la mejor arma
Entonces, si la higiene no nos salvará de recibir la “visita” de estos parásitos, ¿qué tenemos que hacer? Como en muchísimos aspectos de la vida, la prevención es la mejor herramienta que tenemos a nuestra disposición para evitar padecer pediculosis.
Tanto adultos como niños pueden sufrirla, pero estamos ante un inconveniente más habitual en los pequeños, ya que tienen un mayor contacto físico entre ellos, juegan, comparten ropa o peines.
Además, la rapidez en la intervención una vez que se ha detectado el problema también es fundamental para acabar con él. Habrá que estar atento a los primeros síntomas. El más claro es que un pequeño se rasque insistentemente la cabeza. Este pequeño gesto ha de poner en alerta tanto a los padres como a los profesores en los centros educativos.
También es preciso saber diferenciar las liendres de la caspa, por ejemplo. Para no confundirse, bastará con sacudir un poco la cabeza. Mientras que la caspa caerá con facilidad, las liendres se agarran totalmente al pelo, manteniéndose inmóviles.
Otras medidas preventivas que se pueden seguir son el cepillado diario del pelo de los pequeños, mantener limpios los peines y cepillos, lavar las sábanas habitualmente o avisar rápidamente al colegio en caso de contagio.